Plumas estilográficas

Hay vicios que generan una importante frustración. Esto es lo que me pasa con las estilográficas. Con la compra de estilográficas, quiero decir. Pongo un caso. Llevaba varios días siguiendo un Pilot Custom 74 que alguien decidió subastar en eBay . Aguanté cuanto pude, pero a 3 minutos del final de la subasta ya no pude resistir más y pujé. Y me vi ganador, creí que ya era mía, prácticamente la acariciaba. A un minuto, solo un minuto, del final alguien me sobrepujó. Me lancé a la competición, pero mis dedos se equivocaron al introducir la cantidad. Para cuando pude rectificar ya había acabado la subasta. Perdí la pieza. Fracasé. No es la primera vez que me sucede y, sinceramente, no le deseo a nadie estas pequeñas derrotas, pero es la única posibilidad de adquirir estilográficas que tenemos los que no vivimos en ciudades con trasiego coleccionista. Solamente nos queda la Red y allí hay tanta competencia que se hace dificilísimo alcanzar el éxito.

Se dice que un marinero británico fue quien enseñó al señor Sakata en 1911 las maravillas de la pluma estilográfica y que ese encuentro fue el que determinó a este ingeniero japonés a poner en pie en Hiroshima su empresa . Allí sigue hoy en día fabricando una gama de modelos compactos y tremendamente coherentes en sus características formales, con una imagen de conjunto que los hace perfectamente identificables. Tengo la suerte de contar entre mis piezas con una Demostrator que me trae de cabeza, porque no consigo eliminar la tinta reseca que se ha alojado en el interior del capuchón ni en la base del barril. Así y todo, me encanta esta pluma. Y escribe de dulce. From Plumas

Gracias al álbum online de Google , puedo mostraros aquí mi pequeña colección de plumas estilográficas. Sé que no hay grandes piezas, pero tampoco ese es mi objetivo. La realidad es que me voy haciendo con lo que se me pone a tiro. ¿Alguien de los pocos que por aquí pasa se ha entretenido también en fotografiar sus piezas y publicarlas en la web? Si es así, me gustaría verlas. Plumas

En el último post escribía sobre la indudable vinculación entre estilográficas y vida de cada cual. Estas piezas son como retazos de vida con los que nos chocamos de cuando en cuando y, como por ensalmo, ponen a funcionar la maquinaria del recuerdo. Eso es, precisamente, lo que me sucedió con la Sheaffer (¿modelo Imperial?) sobre la que escribí y también con otras muchas plumas que guardo en mi cajón. Eso es lo que me sucede con esta Waterman , pequeña y coqueta, que mi padre empleó durante años. La contemplo y le estoy viendo en su mesa garabatear las sábanas de balance que cada semana traía a casa para terminar el trabajo que en la oficina no tenía tiempo de acabar. Sus dedos cortos se enroscaban a la perfección en esta estilográfica y formaban una unidad, un único cuerpo que parecía pensado expresamente para escribir columna tras columna, línea tras línea. En alguna ocasión he intentado usarla, pero no era una pluma para mí. Mi mano es mucho más grande y me falta trayecto en la pi